Composición química de los cartuchos y las municiones.

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  Composición de los cartuchos y las municiones. Un cartucho de munición está compuesto por los siguientes elementos: Casquillo: Es el contenedor que alberga los demás componentes del cartucho. Está hecho de metal, generalmente latón o acero. Se clasifican según su forma, tamaño, material y uso.  A continuación, se presentan los tipos más comunes: 1. Casquillos de pistola:     - Casquillo recto (9x19 Parabellum, .40 S&W)     - Casquillo cónico ( .45 ACP, .38 Special) 2. Casquillos de rifle:     - Casquillo bottleneck (7,62x51 NATO, .30-06 Springfield)     - Casquillo recto ( .223 Remington, .308 Winchester) 3. Casquillos de escopeta:     - Casquillo de cartucho (12 gauge, 20 gauge) 4. Casquillos de rifle de precisión:     - Casquillo magnum ( .300 Winchester Magnum, .338 Lapua Magnum) 5. Casquillos especiales:     - Casquillo subsonico (para armas silenciadas)     - Casquillo trazador (con carg...

Los cartuchos- Historia, evolucion y tipos.

Un poco de historia

Hubo una vez una gran confusión y controversia acerca de la invención de las armas de fuego, pero ahora es generalmente aceptado que se originaron en China. No hay una sola evidencia de armas de fuego en Europa antes del siglo XIV, pero arqueólogos han encontrado un arma en Manchuria que data del siglo XIII, y un historiador ha identificado una escultura en Sichuan que data del siglo XII y que aparentemente representa la figura de un arma de fuego. Dado que toda la evidencia apunta a que se originaron en China, lo más correcto es concluir que de hecho este fue el caso.

Los europeos ciertamente tuvieron armas de fuego en la primera mitad del siglo XIV, los árabes obtuvieron armas de fuego en el siglo XIV también; y los turcos, iraníes e indios las adquirieron en el siglo XV, en cada caso directa o indirectamente de los europeos. Los coreanos adoptaron armas de fuego de los chinos en el siglo XIV, los japoneses las adquirieron de los portugueses en el siglo XVI. Algunos autores dicen que el primer relato documentado de artillería impulsada por pólvora que se haya empleado en el campo de batalla es del 28 de enero de 1132, cuando el general Han Shizhongde la Dinastía Song usó escaladas y huochongs (término chino para los cañones de mano) para capturar una ciudad de Fujian. En el año 1231 en la batalla de Kuang Fen los chinos utilizaron la pólvora como elemento propulsante de sus "flechas voladoras".

En algún momento alrededor del año 1249, los chinos de la Dinastía Song comenzaron a colocar la pólvora primitiva en medio de gruesos trozos de bambú para utilizarlos como armas de fuego, disparando bolitas de arcilla como con una escopeta.

 La primera mención expresa acerca de la composición de la pólvora en Europa apareció en 1216 en Oxford, dentro la obra de Roger Bacon De Nullitate Magiæ. Luego, en su Opus Maior de 1248, describe una fórmula de uso militar.

El autor inglés describió los petardos, que «se utilizaban en ciertas partes del mundo». La mezcla que presenta Bacon se asemeja a la supuesta composición china de consumo lento, utilizada en las flechas de fuego y los cohetes, pero probablemente no funcionase tan bien como pólvora para los cañones (el contenido de sal de nitro es demasiado bajo). 

En 1250, la Konungs skuggsjá noruega, en su capítulo sobre el ejército, mencionó el empleo de «carbón y azufre» como la mejor arma para el combate entre navíos. Es probable que en esta época se utilizaran armas de mano, ya que en 1281 los scopettieri ("portadores de armas") italianos son mencionados junto con los ballesteros. Existen referencias más fidedignas en dos manuscritos de Walter de Millemette, capellán de Eduardo III de Inglaterra que se remontan a 1326 y que describen lo que actualmente se consideran los modelos más antiguos de armas de fuego.

Existen referencias más fidedignas en dos manuscritos de Walter de Millemette, capellán de Eduardo III de Inglaterra que se remontan a 1326 y que describen lo que actualmente se consideran los modelos más antiguos de armas de fuego.



La Bombardilla de Löshult es considerada actualmente como el arma portátil más antigua (data del año 1350, con un peso aproximado de nueve kilogramos). Recuerda de un modo notable las bombardas ilustradas en los manuscritos de Walter de Millemette.



Estas armas se cargaban introduciendo la pólvora por la boca del cañón, un taco y el proyectil (o proyectiles). Con toda probabilidad, el método de ignición para estas armas era el botafuego, es decir, una varilla con un trozo de yesca o mecha encendida asegurada a uno de sus extremos.

Trueno de mano de Mörkö, Circa 1390

Trueno de mano de Frankenburg, Circa 1460


El gancho o prominencia inferior que presentan algunas de estas piezas portátiles servía para apoyar el arma contra un muro, parapeto o la regala en las bordas de los barcos. En el momento del disparo, buena parte del retroceso se amortiguaba con este saliente.
En Alemania, las armas provistas de este tipo de ganchos se llamaban "Haken-büchse" (arma con gancho), de cuya voz derivaron más tarde los términos "hackbut" en inglés, "arquebuse" en francés y, siguiendo la misma linea, "archibugio" en italiano. El gancho inferior de estas armas portátiles, especialmente en las armas de muralla, se mantendrá durante todo el siglo XVI.

Manejo


Las primeras armas de fuego portátiles podían usarse de dos maneras distintas:
1. Como una rudimentaria bazooka con la cureña apoyada sobre el hombro y una mano sosteniendo el arma mientras la otra mano sostenía una brasa para encender el fogón del arma en el momento indicado. 
2. Con una técnica de tiro en la que una mano apuntaba el arma mientras que el peso de la misma se aguantaba apretando la cureña bajo las axilas.

Con la ballesta como base, se evoluciona en el diseño ergonómico de la cureña de las armas de fuego portátiles, así podía manejarse con la cureña apoyada en el hombro del tirador, sujeta por la mano izquierda, y con la mano derecha preparada para acercar la brasa al fogón. 

Las cruzadas contra los husitas implicaron las acciones militares contra los partidarios de Jan Hus en Bohemia durante el período comprendido entre 1420 hasta casi 1434. Estos fueron los primeros combates en Europa en los que las armas portátiles de fuego tuvieron una contribución decisiva.


El arcabuz


En el siglo XV surge el arcabuz, un arma larga de fuego de avancarga, antecesor del mosquete. Su uso estuvo extendido en la infantería europea hasta el siglo XVII. A pesar de su longitud, el disparo era de corto alcance (apenas unos 50 metros efectivos), pero letal, en esa distancia podía perforar armaduras. Era fácil de manejar y desplazó rápidamente el uso de la ballesta, que desapareció a mediados del siglo XVI. Si se comparan sus prestaciones en combate con los arcos y ballestas, era imprecisa y de menor alcance, pero más poderosa, intimidadora y requería mucho menos destreza para manejarla con eficacia. Aunque el uso del arcabuz estaba difundido antes de la invención del mosquete (su evolución), fue contemporáneo y rival en uso de esa segunda arma, la cual le desplazó lentamente, despareciendo casi completamente en el siglo XVIII.


 
Arcabucero con su característica mecha encendida en la mano.

Se diferencia del cañón de mano principalmente por incorporar algún mecanismo o “llave” de iniciado de la pólvora, además de algún grado de sofisticación en forma y tamaño para hacerla más manejable, o “ergonómica” como se dirá siglos después. De hecho, es a veces muy difícil definir si un arma antigua de esta época que se encuentre en algún sitio arqueológico es un cañón de mano del último período en torno a 1520 con llave de mecha, o un arcabuz primitivo de esa misma época.

El cañón y el cuerpo.


El arcabuz estaba formado por un cañón de hierro de una longitud de unos 93,92 cm. y un calibre variable, entre los 15 a los 20 mm., montado sobre un madero de aproximadamente 1 m. de longitud que normalmente era de cerezo o nogal (se prefería la primera, pues el nogal era más pesado). La culata (en el siglo XVI se denominaba "mocho") solía ser recta, no curva, pues era mejor en el uso para los soldados. El cañón tenía en su parte posterior un orificio por el que se aplicaba en el momento del disparo la mecha encendida. En total, el arcabuz llegaba a pesar de entre unos 4 kg y 5 kg.

Mecanismo.


El más corriente fue el de mecha, más usado en el siglo XVI y de pedernal aparecido a mediados del siglo XVII. El mecanismo de mecha consistía en colocar una mecha encendida en un trozo de hierro a modo de palanca, llamada serpentín que, accionada por el gatillo, se introducía en el oído (donde se encontraba la cazoleta, llena de pólvora), donde se producía la deflagración, disparando la bala.



 

A mediados del siglo XVI se introduce en los arcabuces la cubre cazoleta, una tapa que cubría en las marchas o días lluviosos la cazoleta, pues si la pólvora se mojaba, no se produciría el encendido.
También en el siglo XVI apareció el mecanismo de llave de rueda, mucho más sofisticado que la antigua llave de serpentín, y que es similar a como funcionan las ruedas de encendido de los encendedores de bolsillo modernos.

Actuaba usando los principios de hacer fuego usando el pedernal y el eslabón, adecuándolos a un mecanismo para un arma de fuego.


Se insertaba una palanca en el eje de una rueda para girarla contra un resorte. Luego al disparar, la rueda giraba de vuelta a gran velocidad rozando una piedra de pedernal sujeta por las mordazas de la palanca articulada que ahora en adelante pasaría a llamarse “gato” y generando de esta forma chispas que encendían la pólvora de la cazoleta.

 

El mecanismo era muy sofisticado y requería de mucho tiempo y destreza para que un artesano pudiese fabricar uno de ellos. En esa época, tan sólo los mecanismos de los primeros relojes de péndulo eran más finos y precisos que estas piezas. De más está decir que además eran horriblemente caros.

La llave de rueda, también llamada de rosa o de fuego, consistía en una rueda dentada, que al girar rápidamente contra una piedra blanda, piedra de fuego o piritas le hacía despedir chispas.

Podemos ver la palanca que se usaba para girar la rueda.


El mecanismo de pedernal 


El mecanismo de pedernal no se introduce en el arcabuz hasta, más o menos, 1670. Para entonces, el arcabuz no era un arma de fuego de infantería, pues el arcabuz había sido sustituido por el mosquete, sino de caballería. 
El mecanismo de pedernal era más caro, aunque más seguro y eficaz para el soldado. La llave de pedernal consistía en introducir una piedra de pedernal que funcionaba como mecha. Se introducía en la cazoleta y se producía la explosión pues se producía chispa. El mecanismo era parecido al mecanismo de la mecha pero se sustituía la mecha por la piedra de pedernal.
Al apretar el disparador, un pedernal choca contra un metal lo que provoca una chispa que enciende la pólvora de la cazoleta que a su vez, a través de un fino agujero (oído), enciende a la pólvora depositada en el cañón y la presión de los gases que produce impulsa la bala.



Munición. 


La munición del arcabuz consistía en la pólvora y la pelota, la bala propiamente dicha. La bala, de forma esférica, estaba hecha de plomo y solía pesar unos 10 gramos aproximadamente. Las balas debían estar hechas de tal manera que entrasen holgadamente en el cañón del arcabuz. El que existiera una distancia entre la pared del cuerpo y la bala (espacio llamado “viento” o “huelgo”) ayudaba a que los gases que se producían en la explosión para expulsar la bala no obstaculizasen y frenasen el disparo, ralentizando a la bala. La bala era introducida por el cañón, como arma de avancarga (por la boca del arma, o como los americanos llaman “muzzle”). Se introducía gracias a una baqueta de hierro que era usada como rascador (para limpiar la pared interna del arcabuz) y atacador (para que llegase la bala a la recámara). Las balas eran hechas, a veces, por los mismos soldados, quienes adquirían plomo y una tenaza con la que se hacían las balas (llamadas “turquesas”.


Dosificador automático de pólvora y balas en grada de madera 

Turquesa para fabricar las balas.

El soldado llevaba dos tipos de recipientes para la munición, un frasco donde se llevaban las pelotas y un frasquillo donde se llevaba la pólvora para cebar la cazoleta. En algunos casos, se llevaban recipientes con la bala y la cantidad exacta de pólvora, estos frasquitos en los tercios españoles eran doce y los soldados los llamaban comúnmente “los doce apóstoles”
 
Para accionar el mecanismo de mecha se llevaba una cuerda formada de lino o cáñamo, rebozada con agua y salitre, para que, cuando prendiera, diera más fuerza en la explosión. Pero esto ocasionaba que la cuerda se malgastara pues ardía con rapidez. 

Para accionar el mecanismo de pedernal, se llevaban varias piedras de pedernal que solían durar bastante. El alcance útil del arcabuz no superaba los 50 m y habitualmente se prefería disparar a menos de veinticinco metros de distancia del enemigo, pero la evolución y mejoramiento del arcabuz dio más alcance efectivo (se cree que a finales del siglo XVII, podían alcanzar un alcance de doscientos metros).

Detallaremos la serie de movimientos necesaria para un arcabuz de mecha con cubre cazoleta.

CARGA: 

1. Cebar la cazoleta con el polvorín. 
2. Cerrar el cubre cazoleta 
3. Soplar sobre el conjunto - cerrada la cubre cazoleta - para eliminar los restos de pólvora que hayan caído fuera de la cazoleta, en soslayo de una ignición fortuita.
4. Llenar el arcabuz con la carga principal de pólvora. Bien usando los frascos - o doce apóstoles con la carga dosificada - llevando la boca del frasco a la boca del arcabuz y volcando todo su contenido, o bien usando el frasco principal, y echando a ojo una carga de pólvora, regulando su volcado con un pulsador que liberaba la apertura del frasco. 
5. Introducir la bala por la boca del arcabuz.
6. Sacar la baqueta del fuste, acortarla y llevarla a la boca del arcabuz. 
7. Llevar la baqueta por el ánima del cañón hasta tocar la bala, y golpear dos veces sobre esta para prensar la pólvora. 
8. Sacar la baqueta e introducirla de nuevo en el fuste. 

COLOCACIÓN DE LA MECHA:

9. Colocar la mecha en el serpentín, tomando la medida del trozo que se ha de engarzar, de manera que el cabo encendido caiga justamente sobre el polvorín. 
10. Avivar el cabo encendido de la cuerda para que haga buen efecto, soplando sobre él. 

DISPARO:

11. Llevarse el arcabuz al hombro y apuntar. 
12. Liberar la cazoleta de su tapa. 
13. Pulsar el disparador. 
14. Soplar la cazoleta para eliminar los restos de pólvora quemada y posibles rescoldos, quedando el arma preparada para reiniciar el proceso.

El mosquete


Contemporáneo en la historia con la última época del arcabuz, el mosquete se perfiló como una variante más pesada y potente del anterior, tan pesada que las versiones primitivas debieron contar con un accesorio especial en la forma de un monopié terminado en una horquilla superior. En esta horquilla se apoyaba el arma para hacerla más estable en el momento del disparo. 

El mosquete nace como pieza ligera de artillería para defensa de plazas fuertes a principios del XVI. De hecho en fecha tan temprana como en 1501 se hace referencia entre las piezas entregadas a fortalezas del reino de Granada, un mosquete de una arroba y cuatro libras de peso [13,34kgs]. 

Estas piezas no obstante, no eran armas portátiles para el uso de la infantería en campo, sino mosquetes de posta, o de muro, que aunque manejados por una sola persona, necesitaban de un punto de apoyo - normalmente el propio muro de la fortaleza, de ahí su apellido, o un caballete - para poder ser disparadas, en tanto su enorme peso hacía inviable que un hombre las manejara para hacer puntería con ellas. 

No fue hasta la década de 1560, cuando el mosquete - aligerado y apoyado en una horquilla de madera - hace su salida de las fortalezas como arma portátil del infante.

El mosquete fue esencialmente un arma idéntica a su hermano pequeño el arcabuz, radicando su diferencia en sus dimensiones [calibre, longitud, peso] prestaciones [alcance, potencia y cadencia] y en su manejo, ya que por su peso [entorno a 7.5-8.5kgs] requería del uso de una horquilla para su apoyo. 

El calibre de un mosquete solía ser de onza y media de bala o dos onzas, aunque había piezas portátiles de hasta dos onzas y media.

1 onza = 1/16 libra castellana = 28.75 gramos. 
1 bala de plomo de 2 y ½ onza de peso tendría 22.55 mm de diámetro. 
1 bala de plomo de 2 onza de peso tendría 21 mm de diámetro. 
1 bala de plomo de 1 y 1/2 onza de peso tendría 19 mm de diámetro.

La longitud del cañón solía ser de entre 5 y 6 palmos [o cuartos] de vara castellana [100-120 cm] y su peso [sólo del cañón] de entre 15 y 20 libras [5-6.5kgs].

La caja [fuste y mocho] se hacía de madera de cerezo, y las llaves fueron de mecha en la mayor parte del periodo que tratamos, hasta que en el último cuarto del siglo XVII comenzaron a sustituirse por las llaves de pedernal.

Pelotas


Un mosquetero debía llevar unas 25 pelotas o balas de plomo consigo - la mitad que un arcabucero - número que constituía el que resultaría necesario para una batalla. No obstante esto, tal vez algunos soldados llevasen menos - excusando así la carga - o consumiesen más - dependiendo de las ocasiones - con lo que deberían recibir suministro de pelotas hechas, que se transportaban en cajas en los carros de la artillería. Por este motivo, era muy necesario que los calibres fueran lo más comunes posibles, para evitar el inconveniente de no tener la munición adecuada con que servir las armas. En todo caso, nos remitimos a lo ya indicado para el arcabuz, junto con el arma se suministraba una turquesa o molde para la fabricación de las balas, y al soldado se le entregaba el plomo en pasta para que el mismo labrase sus pelotas. 

En cuanto a lo que se refiere a la descripción de llaves, pólvora, frascos, frasquillos, balas, mechas y demás equipamientos del mosquete, para no extendernos, nos remitimos al hilo arcabuz y nos centraremos de aquí en adelante a destacar únicamente aquellos aspectos diferenciales de la pieza menor.

Alcance


Martin de Eguiluz narraba de los mosquetes en 1592: “Alcanzan mucho, y matan a cuatrocientos pasos a un caballo.” 

Miguel Pérez de Ejea daba el dato que sigue en el año de 1632: [800 pies es la distancia] donde empiezan a hacer efecto las bocas de fuego, entrando dentro la jurisdicción y puntería de los mosquetes” [800 pies = 222 metros] 

Sebastián de Medrano recogía el siguiente dato en 1700: “La primera máxima es que línea de la defensa no sea mayor que el alcance del mosquete de punto en blanco, que es mil pies geométricos”

O sea, algo más de 220 metros para un mosquete del primer tercio del XVII, y cerca de 270 metros de alcance de punto en blanco para un mosquete de finales de dicho siglo.

1 pie [geométrico] = 1/3 de vara castellana = 27,77mm.


Horquilla


La horquilla solía ser de 7 palmos [unos 146 cm] y su asta debía ser de madera de espino, u otra madera fuerte, antes que madera dulce, porque a pesar de que fuera más pesado, había de sufrir bastante peso y trabajo. 

La U de la horquilla era de metal, y asimismo, la horquilla contaba con una contera de metal en su pie, para que no se desgastara la madera en su contacto con el terreno. 

A finales del siglo XVII, el mosquete se apropia definitivamente del campo de batalla. De los sistemas de cuerda y rueda de sus inicios, se pasará al sistema de chispa. 
La incorporación de la bayoneta, primero encastradas -se introducían en el cañón e impedían disparar- y luego, a mediados del siglo XVIII, de cubo –que permiten calarla sin obstruir el cañón-, permitirán prescindir de la infantería con picas, en favor de más mosqueteros. 
Por primera vez en la historia, los hombres en el campo de batalla no eran una mezcla de espadachines, piqueros, mosqueteros, ballesteros, arqueros y jabalineros: casi todos los ejércitos comenzaron a estandarizar sus fuerzas militares dejando en la lucha frente a frente solo a los mosqueteros, por el poder de fuego que representaban y porque, si estaban entrenados y mantenían la organización, se podían defender también de la caballería.

Los principales fusiles de chispa

Brown Bess

De manos del armero holandés Andrew Dolep establecido en Londres, quien junto con Charing Cross abrió una tienda de manufactura de armas, surge el legendario fusil de chispa “Brown Bess” en el año 1690. La misma pesaba 3,2 kg., con un cañón de 96,5 cm. Y un calibre de .75. A este arma también se la denominó “Tower”, por ser sometido a las pruebas de la Torre de Londres. Fue adoptado por el ejército británico como un resultado de una ordenanza de 1768 que pretendía reducir el gasto que suponía un soldado en campaña. 
Este legendario fusil de infantería tuvo una participación protagónica en la expansión colonial del imperio británico de ultramar. 

Fue el modelo 1776 el utilizado en las invasiones inglesas del Río de la Plata y tuvo participación remanente también en las guerras napoleónicas.




(Izq.) Soldado rasgando con sus dientes el envoltorio de papel que contenía a la pólvora negra y la bala esférica. (Der.) secuencia de carga de un arma de estas características para poder realizar un único disparo.


Así, utilizando como ejemplo la caga del legendario fusil británico “Brown Bess”, podemos apreciar cómo cada innovación para imprimir velocidad al proceso de carga y disparo resultaba sumamente importante y marcaba la diferencia, en ocasiones, entre ser vencedor o ser vencido en el campo de batalla. 

No vamos a enumerar la totalidad de las armas cortas y largas que proliferaron e ésta época (sobre todo en momentos donde el creciente imperialismo, tanto francés como británico, principalmente, generaban adelantos tecnológicos sumamente vertiginosos) sino que la cátedra va a reparar en aquellos ejemplos que significaron –verdaderamente- un adelanto en la carrera emprendida hasta la consecución del cartucho metálico de ignición incluida tal como lo conocemos hoy.

La aparición de las sustancias iniciadoras 


Edward Charles Howard en 1800 descubre los fulminatos y sus propiedades detonantes. Fue luego el reverendo A. J. Forsyth de Belhelvie, Aberdeenshire, Escocia, quien experimentando con estos compuestos fabricó los primeros pistones fulminantes como un medio de iniciar una carga de pólvora de un arma de fuego en el año 1793.

A este tipo de sistemas se los denomino


Llaves de percusion

Con ellas se inicia la transición de las llaves de percutor a las llaves de percusión a comienzos del S. XIX. En 1788 Bertollet descubre que el clorato de K, mezclado con diversas sustancias combustibles, podía conformar MEZCLAS DETONANTES.

El reverendo ALEXANDER J. FORSYTH se concentra en el RETARDO que implican las llaves de chispas. El sistema de ignición y fuego que existía entonces tenía un problema para el cazador de aves: pasaba demasiado tiempo desde que apretaba el gatillo y caía el percutor que generaba la chispa, hasta que la pólvora ardía y por lo tanto el disparo ocurría. Con el golpe del percutor, el ave levantaba vuelo y se salía de la línea de mira del tirador.

Forsyth crea, entonces, la Llave de Pistón o “Frasco de perfume” (por la similitud que tenía con los recipientes de perfumes de la época). Esta llave consiste en un pequeño recipiente que contiene fulminante en estado semilíquido que, al ser girado sobre su eje, deposita una pequeña cantidad frente al oído y que, al ser golpeada por el martillo, explosiona iniciando el disparo. Utiliza las propiedades del FULMINATO DE Hg, permitiendo efectuar 25 disparos sin recargar el dispositivo (debe de recordarse que -aún contando con este nuevo dispositivo- las armas seguían siendo de avancarga, por lo que debían ser cargadas con pólvora y bala cada vez).

Capsula de percusion


En 1814 Joshua Shaw idea un pequeño cilindro perforado y roscado en una extremidad, que se atornilla sobre el oído y sirve de soporte a una cápsula, destinada a conducir la llamarada hasta la carga de la recámara. La cápsula, una copita de metal blando (Cu – peltre – Fe), conteniendo en su interior el Clorato de K, se introducía sobre la chimenea, y al explotar conducía su llama por la chimenea y provocaba la deflagración de la pólvora negra contenida en el cañón. Ya para 1830 los pistones fulminantes eran de uso común en armas de fuego, y lo que se hizo fue crear un mecanismo tomando como base la llave de pedernal y eliminar la cazoleta, sustituyéndola por una simple chimenea que aceptaba el fulminante y que comunicaba con la carga de pólvora a través del orificio de iniciador. Tampoco era ahora necesario llenar de pólvora el orificio, ya que el fulminante era por sí solo capaz de proyectar la detonación a la pólvora a través de este conducto



La llave de percusión es el mecanismo de las armas de fuego, mediante el cual se inicia la deflagración de la pólvora por medio de una cápsula fulminante que se inflama al golpe de un pequeño martillo, en sustitución del pie de gato de la llave de sílex. 

Muchos mosquetes fueron transformados a percusión por la vía de modificar su mecanismo original de pedernal, manteniendo el resto del arma tal cual. Con este mecanismo se avanzaba en la rapidez de tiro al ser más fácil poner un pistón que cargar la cazoleta con pólvora y montar la batería, se evitaban las obstrucciones del orificio con residuos de pólvora de la cazoleta, además de dotar al arma de una mejor protección ante las inclemencias del tiempo, ya que la lluvia hacía las armas de pedernal inservibles luego de unos minutos de expuestas a esta. La última guerra importante en que se usaron mayoritariamente mosquetes fue la guerra de Crimea en 18531 . 

Los de percusión fueron usados por Inglaterra y Francia, y los más antiguos de pedernal fueron usados por las fuerzas rusas y turcas.

Lo que no cambió nunca en el mosquete fue su alcance y precisión, similar durante los casi 300 años de su uso, y que fijó así las tácticas de la época en las mentes de generaciones de mandos militares. Por ello Lord Raglan pudo darse el lujo de estudiar y eventualmente aplicar en Crimea tácticas similares a las desarrolladas por Federico Guillermo I de Prusia casi 150 años antes, algo impensable hoy en día. Sin embargo en este conflicto ya estaban a la vuelta de la esquina, hicieron su aparición y se usaron aunque en mucho menor escala, los rifles. Rifle es un término de origen anglosajón con el que se designa genéricamente a cualquier arma larga, como fusiles o carabinas, cuya ánima está rayada para estabilizar la bala durante el disparo.



Un buen intento de retrocarga


Ferguson 


El rifle de Ferguson fue uno de los primeros sistemas de retrocargar fusiles para ser puesto en servicio por el ejército británico. Disparaba una bala de calibre británico estándar de .615" y fue utilizado por el ejército británico en la Guerra de la Independencia estadounidense en la batalla de Saratoga en 1777, y posiblemente en el Cerco de Charleston en 1780. Su potencia de fuego superior no había sido apreciada en el momento porque era demasiado caro y tomó más tiempo para producir – sólo se alcanzaron a producir un centenar de unidades de éste innovador fusil en el lapso de 6 meses, cada uno de los cuales equivalía a cuatro veces el costo del fusil Brown Bess. Este fue un curioso sistema de “retrocarga” con pólvora negra ideado por el inglés Patrick FERGUSON alrededor de los años 1770´s, inspirado en la idea inicial de Isaac de la Chaumette. 




Siendo una idea demasiado adelantada para la época; consistía en un sistema de recámara abierta a la que se accedía a través del accionamiento del arco guardamonte, que mediante un tornillo de paso cuya inclinación de su paso permitía acceder a la misma para efectuar la carga de los elementos del disparo por la parte posterior del tubo.



La recámara del arma está cerrada por 11 hilos de partida en un tornillo cónico. Una vuelta completa hace descender el tornillo lo suficiente para dejar ingresar una bala redonda en la recámara que queda expuesta, a lo que luego se agrega una ligera sobrecarga de pólvora negra, que luego se somete a cizallamiento a la carga apropiada por el tornillo, ya que cierra la recámara. 

Dado que el arma estaba cargada desde la recámara, más que de la boca del cañón, tenía una tasa sorprendentemente alta de fuego para su época, y en buenas manos, disparaba seis a diez disparos por minuto. 

Glosario: 

Muzzleloader: Carga por la boca del arma (avancarga) 
Breechloader: Carga por la parte posterior del arma (retrocarga) 

La acción es una adaptación del anterior 1720 Isaac de la Chaumette, diseñada por el Mayor Patrick Ferguson (1744-1780), quien lo rediseñó en 1770. Recibió una patente inglesa en diciembre de 1776 (número 1139) sobre los detalles del diseño. 

En un contingente de 30.000 hombres equipados con Brown Bess, Ferguson tenía a 100 tiradores con el rifle que lleva su nombre. Herido en batalla (8 disparos), su unidad se disolvió y sólo existen 2 ejemplares de sus armas hoy en día. 

Para una mejor comprensión del sistema Ferguson, les dejo este vídeo ilustrativo:



La Guerra de Secesión 

Durante la Guerra de Secesión se generalizó una práctica que ya existía en los ejércitos desde la época del pedernal. Consistía en que no se entregaban separadamente al soldado los proyectiles sueltos y la pólvora a granel, sino que para evitar accidentes en el fervor de la batalla se usó una forma más práctica de dotar al soldado de su parque individual: el cartucho. 

Este no era más que un envoltorio cilíndrico de papel, cerrado por ambos extremos, que contenía por un lado la bala y por el otro la pólvora exacta. Lo único que por razones de seguridad se entregaba aparte e iba en un estuche separado eran los pistones.



Al momento de cargar, el soldado rompía el papel por el extremo de la pólvora usualmente con los dientes. Luego la vertía en el cañón e introducía la bala de la forma usual aprovechando de usar el papel como taco. Esta fue la manera como evolucionó el antiguo sistema de medidas de pólvora hechas de tubos de madera, que los mosqueteros colgaban de sus bandoleras para evitar tener que dosificar pólvora en medio de un combate. 

Todas las armas expuestas hasta ahora eran de avancarga. Se cargaban prácticamente de la misma manera que un arcabuz.

El rifle de retrocarga 


La idea de que sería mucho más práctico cargar un arma por atrás que por adelante ya existía desde antiguo (ej.: el caso del fusil de Ferguson). 
La retrocarga era más ventajosa para los jinetes, ya que cargar un arma de avancarga montado y en movimiento era azaroso en extremo, y la dosificación correcta de la pólvora poco menos que imposible. 

También disminuía el riesgo de dobles cargas, frecuentes en la avancarga durante el combate. Otra ventaja era que evitaba movimientos amplios del arma y el soldado que lo expusieran al fuego enemigo. 
Hubo muchos ejemplos puntuales de como esto fue realizado previamente por armeros en toda Europa, y llevado a cabo con diseños a veces muy ingeniosos. 

Lo malo era que estos mecanismos eran muy complicados, costosos y no entregaban tampoco una solución técnicamente satisfactoria en cuanto a robustez y longevidad. De aquí en adelante se utilizará en forma indistinta el término “rifle”, que es el nombre genérico del arma que nos ocupa, y el término más especifico de “fusil”, referido a una arma larga de uso militar. Esta distinción es propia de nuestro idioma (entre otros). 
En inglés se usa el termino Rifle exclusivamente.

El Sharps 


En 1811 el Capitán John Hancock Hall y el arquitecto William Thornton patentan por primera vez en EEUU un diseño de arma de retrocarga, basado en un mosquete con bloque basculante de articulación trasera. Ya para 1816 el mecanismo había evolucionado en un arma robusta, y en 1818 se puso una orden por el ejército de EEUU para 100 rifles “de prueba” los que se desempeñaron bien. 

A ello siguió una orden por 1000 rifles. El Capitán Hall es nombrado para ello armero asistente del arsenal de Harper’s Ferry donde se fabricaron estos rifles, y por su gestión allí es sindicado actualmente como el creador de las partes intercambiables en las armas de fuego. Para ello diseñó y fabricó varias máquinas y herramientas que permitieron fabricar partes y piezas en forma acelerada, y de paso creando uniformidad entre ellas.

Rifle Hall

El rifle Hall 


Pese a lo novedoso del diseño de Hall y a los métodos de producción empleados y que significaron un avance importante iniciando una tendencia sin vuelta atrás en que el proceso fabril fue sustituyendo paulatinamente el arte armero, el Hall fue poco querido por las tropas. En primer lugar, era más complejo al tener más partes y los soldados preferían la sencillez de sus rifles/mosquetes. 

Además tenía un problema que nunca se pudo solucionar, y que fue el escape trasero de gas en el momento del disparo. Ello por el poco ajuste de sus piezas, en especial del bloque basculante. Un joven aprendiz de armero que trabajó en Harper’s Ferry fue Cristian Sharps. Allí conoció a fondo el sistema Hall, y una vez trabajando por su cuenta en Cincinnati, Ohio, en 1840 se dio a la tarea de perfeccionarlo creando finalmente el siguiente sistema: El llamado de bloque deslizante o descendente (falling block), que está basado en la simple compuerta conocida desde muy antiguo y utilizada principalmente en canales de regadío.

Su invención vio la luz en la forma del rifle Sharps patentado en 1848. Fue tal la genialidad de su diseño que los principios básicos de su mecanismo fueron ampliamente copiados o se usaron como base para otros diseños, y aún perdura en rifles de producción actual,



Sharps hizo un bloque deslizante de desplazamiento vertical que pasó a llamarse “cierre”, el que por medio de una palanca que hacía las veces de guardamonte bajaba y subía exponiendo el extremo trasero del cañón. Este cierre estaba encajado en forma muy precisa en un marco muy sólido de acero que además contenía las otras piezas del mecanismo de disparo. El conjunto se calculó para que resistiera las presiones del disparo muy holgadamente y fue llamado el “cajón de mecanismos”. Tenía además la chimenea adosada a la parte superior del bloque, donde quedaba al alcance del gato que de ahora en adelante se llamaría “martillo percutor”.



La invención de Pauly

Jean Samuel Pauly o Samuel Johannes Pauly, fue un diseñador y fabricante de armas nacido en Vechigen, cerca de Berna, Suiza el 13 de abril de 1766. 
En 1798, a los 32 años, Pauly se convirtió en Sargento de Artillería. Luchó como miembro del Ejército suizo, junto con los franceses, bajo el mando de André Masséna. 

Durante sus campañas, en 1799, Pauly escribió un manual sobre el uso de armas de fuego. Pauly se mudó a París en 1802, donde trabajó en el diseño de una aeronave y mantuvo contacto con el fabricante de armas de Saint-Étienne. En 1804 diseñó un puente automático. Pauly usaba para sí mismo el título de "Coronel Jean Samuel Pauly". Estableció un taller armero donde desarrolló un mecanismo de disparo con fulminato de mercurio (Hg). En 1809 tomó como empleado al alemán Johann Nikolaus von Dreyse, quien más tarde sería el inventor del famoso fusil de aguja Dreyse. 

En 1808, con la colaboración del armero francés Francois Prélat, Pauly creó el primer cartucho autocontenido, incorporando una base de cobre con fulminato de mercurio (la mayor innovación de Pauly), una vaina de papel y una bala de punta roma. El cartucho era cargado por la recámara y disparado con una aguja. A partir de entonces, el arma de retrocarga de fuego central con percusión por aguja se convertiría en la principal característica de las armas de fuego. 

El arma correspondiente también fue desarrollada por Pauly. Éste realizó una versión mejorada, la que patentó el 29 de septiembre de 1812. El cartucho fue posteriormente mejorado por el armero francés Cassimir Lefaucheux 1836. Luego de la caída de París en manos de los aliados el 5 de abril de 18142 , von Dreyse abandonó Francia y se fue a Prusia, mientras que Pauly se trasladó a Londres, donde continuó el desarrollo de varias armas bajo el patrocinio de Durs Egg.

Llave de tubo 


En 1816 Joseph Manton diseña un fino tubito de cobre que contenía el explosivo rompedor, que se insertaba en el orificio de la ignición del arma, para que lo golpease el martillo al caer.

Los fusiles de aguja: El Dreyse y el Chassepot

Una de las desventajas que tenía el Sharps era que requería que el pistón fuese colocado en un movimiento aparte, y ya había cerebros estudiando el problema y eventualmente ideando un sistema que evitase esa pérdida de tiempo. La respuesta práctica vino de Prusia, donde el año 1841 Johann Nikolaus von Dreyse patenta una arma y cartucho que llevarían su nombre, y por los que recibiría posteriormente el “von” en el mismo al ser elevado a la nobleza en 1864. Adoptado como el "Leichtes Perkussionsgewehr M/41" (fusil liviano de percusión), el nombre de mimetismo con que se le conocería en ese entonces presentaba una de las maneras más prácticas de la idea que ya circulaba en el ambiente, de reunir en un "paquete" el proyectil, la pólvora y el fulminante. 
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Esto se logró poniendo dentro el cartucho, entre la bala y la carga de pólvora un “taco” que por delante se moldeaba y procuraba apoyo a la parte de atrás del proyectil, y por el aspecto trasero expuesto a la pólvora tenía empotrado el fulminante. ´

Se puede apreciar entre la pólvora y el proyectil el taco con el fulminante adosado en su cara posterior.


Por ello el arma incorporaba una larga aguja, la que en el momento del disparo perforaba el cartucho longitudinalmente de atrás hacia adelante hasta impactar el fulminante y así iniciar la pólvora. Una de las características que requería el fulminante era que por su posición en el taco, la aguja debía golpearlo siguiendo un movimiento longitudinal a través de la carga de pólvora. Esto condicionó que el cierre fuese un elemento cilíndrico en línea con el cañón, que en su interior albergaba la aguja y su correspondiente resorte helicoidal.

El sistema Dreyse: Una característica de este era que la aguja no quedaba montada con el movimiento de carga del cerrojo hacia atrás y adelante, debía ser montada a mano después de puesto el cartucho y cerrada la acción. Para ello contaba el cierre en su borde trasero con una proyección superior que permitía traccionarlo hacia atrás. El Dreyse siempre adoleció de muchos defectos comunes a las armas de retrocarga que usaban estos cartuchos primitivos. 

Principalmente del escape parcial de gas, de tal forma que ante el uso continuado llegaba el momento en que el cierre ya no podía obturar completamente, lanzando prácticamente la mayor proporción de los gases hacia la cara del tirador. 

Esto hacía disminuír su ya limitado alcance, de suyo menor que el de los mejores rifles de avancarga contemporáneos. También al estar la aguja en el momento del disparo expuesta a los gases calientes de la pólvora, su corrosión era muy rápida y por ende su vida útil muy limitada. Sin embargo su gran cadencia de tiro hacía estas desventajas tolerables en el campo de batalla.

Este nuevo arma, incorporado en una fecha tan temprana como 1848 en el ejército de Prusia cuando en el resto del mundo recién estaban pensando en la transición del mosquete al rifle de percusión, hizo que en muchas partes se pusieran algo nerviosos ante esta innovación. 

Una de las que recibió su cuota de plomo Dreyse fue Dinamarca en 1864, y poco después Austria en 1866. Particularmente en la batalla de Sadowa el 3 de julio de 1866 contra esta última, la potencia de fuego del Dreyse fue decisiva para la victoria prusiana. Estos hechos fueron particularmente notorios en Francia, donde también se estaban comenzando a manifestar serias discrepancias con Prusia sobre la manera correcta en que debería ser dibujado el mapa de Europa en el futuro.




Un video que ilustrará notablemente el funcionamiento y las ventajas que implicó la implementación del fusil con sistema Dreyse por parte de las tropas prusianas podrán apreciarla en el siguiente video que se contextualiza en la Batalla de Sadowa






Por ello fue que Francia comenzó lo que ahora llamaríamos una "carrera armamentística”. El resultado fue el Chassepot de 1866, la repuesta francesa al Dreyse. No era más que un fusil de aguja copia del anterior, si bien desarrollada mas de 20 años después y que incorporaba mejoras que lo hacían muy superior a su antecesor tales como el famoso “sello de goma”, novel forma de sellar la recámara para minimizar efectivamente el escape de gas.


Características del Chassepot, considerado la cumbre del desarrollo del fusil de aguja:

• Calibre: 11 mm. 
• Longitud: 130 cm (188 cm con bayoneta) 
• Longitud del caño: 79,5 cm. 
• Peso: 4,6 kg. • Velocidad inicial: 405 m/s
• Alcance efectivo: 1200-1300 m. 
• Peso del proyectil: 25 g (plomo)

IMAGEN COMPARATIVA DE LOS CARTUCHOS EN AMBOS SISTEMAS (DREYSE Y CHASSEPOT) 


Una vez instalada la base fabril para la fabricación de los cartuchos metálicos, llegaron a ser muy baratos de producir. Sin embargo, para llegar a ese punto el camino fue a veces azaroso en extremo. Si bien el cartucho metálico finalmente fue adoptado rápidamente en todos los países que se preciaran de algo, ello trajo consigo el lamentable hecho que de la noche a la mañana había pila y pilas de rifles de percusión obsoletos, millones si tomamos en cuenta Europa solamente. A muchos países les quedó claro que ahora un gasto mayor en la forma de la introducción de un fusil nuevo diseñado especialmente en torno al cartucho metálico de pólvora negra estaba absolutamente fuera de discusión. (ver “adaptaciones”)

Por ello se dieron a la tarea de desarrollar soluciones fáciles de implementar, seguras, y por sobre todo baratas, para transformar el rifle de avancarga de que disponían en uno de retrocarga para que pudiese aceptar un cartucho metálico.

Adaptaciones de sistemas de chispa a sistemas de percusion; 

El fusil Tabatière


El fusil Tabatière, Tabatiere o Schneider-Tabatière fue un arma de fuego de retrocarga del ejército francés obtenida en 1867 con la modificación de fusiles y carabinas de avancarga. A mediados del siglo XIX para reducir sus costos de defensa los estados con capacidad industrial militar procuraron transformar sus viejos fusiles de avancarga en armas de retrocarga, especialmente tras la aplastante victoria prusiana en la guerra austro-prusiana de 1866 que puso de manifiesto la clara superioridad de los fusiles Dreyse de cerrojo frente a los Lorenz de avancarga. Gran Bretaña convirtió los fusiles Enfield Modelo 1853 (Pattern 1853 Enfield), que se encontraba entre las mejores armas de avancarga de la época, adaptándolos al sistema del estadounidense Jacob Snider. El resultado, el Snider-Enfield, triplicó la velocidad de disparo se convirtió en el arma principal del ejército británico hasta 1874, cuando fue sustituido por el MartiniHenry, incorporado en 1871. 

Carabina Tabatière 1867



Mientras que otros estados europeos (Holanda, Dinamarca) adoptaron el sistema Snider, el Segundo Imperio Francés intentó ahorrarse también los derechos de patente adoptando el 16 de mayo de 1867 el sistema del armero francés G. Schneider, similar al británico. 

Dado que las fábricas del estado se hallaban por completo abocadas a la producción del nuevo fusil Chassepot de retrocarga, la modificación de los viejos fusiles y carabinas de avancarga modelos Minié 1853T, 1854 y 1857-59 (Carabine de Chasseur) fue encargada a la industria militar privada

Los fusiles modificados, llamados "a tabatière" debido a que la apertura de la cubierta se parecía a una tabaquera, fueron destinados inicialmente a tropas de segunda línea en parte por su excesivo peso y la escasa exactitud del alza pero principalmente por la diversidad de calibres de un arma a otra lo cual generaba serios problemas con la munición, por otra parte de elevado calibre, 17,8 mm. Con la movilización general durante la Guerra Franco-Prusiana, los Tabatière llegaron a la primera línea del frente, donde resultaron muy impopulares. Tras la derrota francesa, miles de ellos fueron llevados como botín de guerra al Imperio Alemán para ser vendidos a terceros países, mientras que Francia se deshacía de los restantes como rezagos de guerra.

Aún en 1880 ese tráfico continuaba. Ese año, el gobierno de la Provincia de Buenos Aires (República Argentina), directamente o por cuenta del importador porteño Juan López, adquirió en Alemania y Francia alrededor de 5000 Tabatière con 500.000 cartuchos (unos 100 cartuchos por fusil) que consiguieron pasar a Buenos Aires el 1 de junio de 1880 pese al bloqueo del gobierno nacional.

El 14 de junio eran distribuidos 2000 de ellos entre los batallones de la Guardia Nacional de la Provincia de Buenos Aires (con cien cartuchos por arma) y los del Tiro Nacional (con unos 50, exceptuando los batallones Mitre y Sosa que recibieron sólo entre quince y veinte) y sin tiempo de entrenamiento fueron utilizadas pocos días después, durante las sangrientas jornadas de la Revolución de 18803 . La escasez de munición, que permitía unos pocos minutos de fuego, fue una de las principales causas de la derrota rebelde y resultó especialmente grave para aquellos armados con fusiles Tabatière por los problemas de calibre propios del arma.

Otros intentos

Teat fire (1864-1869)


Teat fire significa literalmente fuego por el pezón. Un nombre políticamente poco correcto, aunque muy gráfico para cartuchos.

Este cartucho fue patentado en 1864 por D. Williamson



Inside Pin Fire (1859)


 Cartuchos que contenían una espiga oculta o no sobresaliente, que golpeaba la capsula fulminante dentro del cartucho.

El Huevo de Schubarth”


Cup Fire (1859)


Cartuchos diseñados hacia 1859 para su uso en unas pistolas de fuego anular que se cargaban por delante. Tienen el fulminante dispuesto alrededor de la base cóncava del cartucho, y la bala a ras del borde de la vaina, con el espacio relleno de grasa.



Lip Fire (1860)


Hacia 1860, el armero estadounidense Eathen Allen (de Worcester, Massachussets) construyó una serie de armas cortas y cartuchos de un sistema peculiar, que vino en llamarse "Lipfire" (algo asi como fuego por el labio). También se las denominó “Mule Ear” (“Oreja de mula”) Es simplemente un cartucho de fuego semianular, pero con la pestaña abarcando sólo una pequeña protuberancia en forma de arco que sobresale de su base, que es el alojamiento de la mezcla fulminante.


Crispin (1865)


Sistema patentado en agosto de 1865 por Silas Crispin, de Nueva York. Es un cartucho de fuego anular en el que la pestaña con el compuesto fulminante no está en la base sino en un punto intermedio de la vaina. Se fabricaron para este cartucho fusiles y revólveres en varios calibres, del .31 al .50. Pero las recámaras en dos partes son complicadas de mecanizar y muy pronto desaparecieron del mercado con el auge de los cartuchos de fuego central y los de fuego anular ordinarios.


Este tipo de cartuchos se distingue porque exteriormente no se ve el pistón, por lo que parece un cartucho de fuego anular. 

La semejanza se acrecienta por el hecho que la vaina es muy delgada y la pestaña no está labrada, sino que es un doblez de la propia vaina. 

En el centro existe un pistón "convencional" sujeto interiormente en el fondo.


A este tipo de vainas que albergaban en una especie de “Bolsillo” al fulminante para darle un buen asiento.

El cartucho moderno


Y nace el cartucho moderno, el sistema que junta los tres componentes, la ignición, la pólvora de propulsión y el proyectil en un cartucho metálico. En 1846 Houllier le añade el fulminante al cartucho fabricado en 1836 por Lefaucheux. En 1845, en París, Nicolás Flobert inicia la producción del cartucho de percusión anular. En Londres, en 1852, Dawn fabrica cartuchos de percusión central.






Cartucho Flobert – 1847


En 1847 el francés Nicolas Flobert pone a punto un cartucho metálico con encendido periférico (rimfire). Se inicia realizando una pistola para tiro de salón descripta por Alejandro Dumas en “El Conde de Montecristo” Sus inventos fueron de gran aceptación en europa y EUA. 

Iniciándose la era de las pistolas Deringer, los revolver S&W, las carabinas Herny y Winchester y posteriormente el famosísimo .22 LR, que subsiste hasta nuestros días. 


Flobert fue reconocido en vida con la Legión de Honor y numerosos premios en exposiciones industriales. 

Estos cartuchos al principio utilizaban la presión generada por el fulminante, no contenían pólvora y eran utilizados para tiro de salón, su reducida potencia permite el uso en interiores. 

Posteriormente se adopta el sistema para uso militar por parte del ejército de los estados Unidos, cargándolos con pólvora negra en grandes calibres (.50).

Fusiles de cartucho metálico monotiro


En el período que siguió a la época de las conversiones, la industria armera vio muchos cambios en su forma de operar. Por una parte los procesos fabriles automatizados que se habían iniciado desde la época de Hall 50 años atrás ya eran cosa habitual. 

Por otra, ante la introducción de altos hornos que hicieron abundante el suministro de acero y la disponibilidad de energía barata en la forma de eficientes motores a vapor, se comenzó a mecanizar principalmente este duro y resistente metal para la fabricación de rifles. Se abandonó por completo el uso de hierro y bronce que hasta ese entonces habían sido los principales metales utilizados por la industria armera. 

Los sistemas actuales:


Ignición Central


El sistema de ignición central es el único que –al aumentar la resistencia de la vaina- posibilita también aumentar la potencia del cartucho, permitiendo además conseguir exitosamente primero la retrocarga, luego la repetición y posteriormente, el automatismo. Son los más frecuentes en la actualidad y están constituidos por una vaina de latón cuyo grosor aumenta en el culote. 

Dos sistemas están en uso actualmente señalados por el nombre del inventor (Berdan y Boxer.


Sistema Boxer: 


Inventado en Inglaterra en 1867 por el Coronel Edward Mounier Boxer de la Royal Artillery. El yunque forma parte de la cápsula, constituyendo una unidad, la comunicación con la pólvora se realiza por medio de un orificio (oído) en el centro de la vaina, por el cual sale la lengua de fuego.


Sistema Berdan:


Inventado en los Estados Unidos en 1866 por el Coronel Hiram Berdan del US Army. El yunque forma parte de la vaina y transmite el fuego de la cápsula a la pólvora a través de dos orificios (oídos), uno cada lado del yunque.


IZQUIERDA: VAINA CON SISTEMA BERDAN / DERECHA: VAINA CON SISTEMA BOXER


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